EL
MUNDO
7 octubre
2016
Cristina G. Lucio
La esperanza de vida ha aumentado más de una década en 25 años,
pero no ha ido acompañada de una mejora en la calidad de vida, según un
análisis que realiza la revista 'The Lancet'.
Una
detallada fotografía de la salud global. Ésa es la impronta que, a través de
seis pormenorizados artículos, ofrece la última entrega de la revista médica 'The Lancet'. El compendio repasa las principales causas de
muerte, enfermedad, discapacidad o amenazas para la salud en 195 países. Y
plasma cómo han cambiado las cosas entre 1990 y 2015.
Uno de
los datos más llamativos que se desprenden del informe es que la esperanza de
vida ha aumentado más de una década (10,1) en estos 25 años, alcanzando los 69
años en varones y 74,8 años en mujeres y siguiendo una tendencia al alza
marcada desde 1980. El cambio se debe en gran medida, según señala la revista,
al descenso de la mortalidad asociada a enfermedades como el VIH y la malaria
experimentada en los últimos 10 años.
Vivimos
más, muestran los análisis. Sin embargo, ese aumento en la esperanza de vida no
ha ido acompañado en la misma medida por una mejora en la calidad de vida. El
número de años que las personas viven sin enfermedad ha aumentado en 6,1 años
en 191 de los 195 países analizados, lo que significa que muchas de ellas viven
más años pero con enfermedades o discapacidad. "Es la paradoja de nuestra
era", señala Kevin Watkins, responsable de la ONG Save
the Children, en un
comentario que acompaña al análisis. "Los indicadores de salud han
mejorado de forma global", pero también "hay más gente que pasa más
tiempo con una pérdida funcional de salud".
En
términos globales, los datos muestran que las causas de enfermedad han cambiado
en estos años. Las enfermedades transmisibles (como el VIH), las derivadas de
la malnutrición y los trastornos materno-neonatales están dando paso, en gran
parte del mundo, a las alteraciones no transmisibles (enfermedades
cardiovasculares, cáncer, trastornos neurodegenerativos) como principales
amenazas para la salud. La combinación de desarrollo económico y envejecimiento
de la salud global, señala la revista médica en un editorial, ha ayudado a
frenar algunos problemas, como la desnutrición infantil, pero está dando alas a
otros problemas, como la inactividad física o el sobrepeso. Y ese cambio, que
también se refleja en un mayor número de personas que viven con las secuelas de
una enfermedad, coincide Srinath Reddy, al frente de
la Fundación Salud Pública de la India, en otro comentario adjunto al trabajo,
"supone un desafío" con el que los sistemas de salud de todo el mundo
tendrán que lidiar.
Según
los datos del trabajo, en 2015 el 70% de las muertes ocurridas en el planeta
(unos 56 millones en total) se debió a enfermedades no transmisibles, como
infartos, ictus, diabetes o enfermedad renal crónica, y los principales
factores de riesgo para enfermar fueron la hipertensión, el tabaquismo o
presentar altos niveles de azúcar en sangre -factores todos ellos relacionados
con el desarrollo-. Pero esto no significa que la lucha contra las enfermedades
infecciosas o las asociadas a la maternidad, entre otras, haya sido un completo
éxito en estos años. En 2015, por ejemplo, el VIH provocó 1,2 millones de
muertes (en 2005 la cifra fue de 1,8 millones) y la infección sigue figurando
entre las cinco principales causas de muerte en 38 países.
En
cuanto a la mortalidad materna, las cifras se han reducido en torno a un tercio
desde 1990. Hace 25 años, 289 de cada 100.000 partos acababan en fallecimiento,
pero aun así, en 2015, más de 275.000 mujeres murieron durante el embarazo o al
dar a luz por causas prevenibles en la gran mayoría de los casos. La brecha
entre ricos y pobres sigue siendo muy patente en este caso particular.
Con
respecto a la mortalidad infantil, el número de niños que mueren antes de los
cinco años es hoy la mitad del que reflejaban las cifras de 1990 (de 12,1
millones se ha pasado a 5,8 millones de muertes). Los avances se han producido
especialmente desde 2000, principalmente debido a la acción llevada a cabo
contra la malaria, la diarrea y el sarampión. Pero en varios países del África
subsahariana, las cifras de mortalidad infantil siguen siendo muy elevadas.
Además, el texto también constata que las muertes en el primer mes de vida
están disminuyendo de una forma mucho más lenta que el resto y, de hecho,
suponen casi la mitad de todas las muertes registradas en menores de cinco
años.
Otro de
los aspectos que destaca el informe es "el coste humano" de guerras y
conflictos. Según sus datos, en 2011 las muertes ocasionadas por este tipo de
violencia crecieron "de forma masiva" debido a los conflictos en
Siria, Yemen y Libia. En Siria, por ejemplo, la esperanza de vida en varones
fue en 2015 12 años menor que la registrada en 2010.
El
informe, concluye un editorial en la revista médica, ofrece "una
ventana" a través de la que mirar y analizar "los desafíos más
acuciantes" y "los logros alcanzados más encomiables" para
transformar la salud y el bienestar. Dados los retos pendientes, remarcan, en
la mano de quienes toman las decisiones políticas está tener los datos e
investigar cuál es su relación con factores como la educación, la justicia o el
acceso a medidas básicas sanitarias, que también tienen un "profundo impacto
en la salud".